PLACEBO EN MOVISTAR ARENA: UN SHOW IMPECABLE, SIN VIEJOS ÉXITOS NI HIMNOS DE ESTADIO

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Por Beto Arán.

Sólo para fanáticos, con la sugerencia de no grabar con los teléfonos celulares y un repertorio ausente de la batería de hits que alimenta su catálogo, los británicos regresaron a nuestro país en la gira promocional de su reciente material “Never Let Me Go” (2022).

Tras 10 años de ausencia en suelos nacionales, las expectativas hacían suponer una velada acorde a las necesidades de su público. Una fanaticada que supo envejecer, incorporando a una nueva camada de seguidores que, en un volumen significativo, nunca había tenido la oportunidad de apreciar su música en vivo.

Elementos que no fueron considerados por Brian Molko y compañía, priorizando un set de canciones aglutinadas en su últimas producciones, retocada con temas de menor exposición discográfica, relegando sus éxitos a un inequívoco segundo plano. Y claro está, los músicos tienen todo el derecho a tocar lo que consideren pertinente. Sin embargo, la generosidad hacia los fans, también debiese ser una piedra angular para la motivación del artista.

Ahí, punto en contra para Placebo, ratificando una decisión que ya había sido aplicada durante su primera presentación, desarrollada en el mismo escenario la noche anterior. No obstante, el público cayó rendido ante la potencia de una banda que desplegó su calidad y años de oficio, logrando cautivar a sus seguidores, aunque sin la algarabía de un ecléctico repertorio.

En la previa, Placebo, a través de un comunicado exhibido en las pantallas del escenario, sugirió a los asistentes no grabar el show con sus teléfonos celulares. Una acción que luego, apelando a su gran dominio del español, fue transmitida por un audio grabado por el mismísimo líder de la banda.

A las 21:30 y, con la advertencia internalizada en el disco duro de sus fans, los sonidos de “Forever Chemicals”, “Beautiful James” y “Scene of the Crime”, ofrecían el primer zarpazo de rock a una velada que se extendería por casi de dos horas. Tras el primer saludo al público, quien aún no entraba en calor, vinieron “Hugz” y “Happy Birthday in the Sky”, que sirvieron de antesala al primer momento alto de la noche con “Bionic”. Un viejo clásico de la banda, perteneciente a su disco homónimo (1996), generando el primero de los escasos viajes al pasado noventero de la agrupación.

Luego “Twin Demons” y “Surrounded by Spies”, mantuvieron la atención de un público que, a diferencia de la noche anterior, respetó en todo momento la petición realizada por Molko al inicio del show. Sin estimular una mayor comunicación con los fans, Molko, nos introdujo en la máquina del tiempo con una sólida versión de “Soulmates”, que permitió el lucimiento de un inspirado Stefan Olsdal.

El bajista, que se vio particularmente histriónico durante la presentación, se encargó de generar la conexión con los fans, recorriendo cada metro del escenario e incluso bajando a la rampla para estrechar la mano.  Sin duda, el contexto ideal para la ejecución de “Sad White Reggae”, “Try Better Next Time”, “Too Many Friends”, “Went Missing” y “Exit Wounds”, manteniendo la tónica de una jornada que ofrecía chispazos de euforia. Y es lógico, tal como ya lo había mencionado, el repertorio elegido apeló a una selección más introspectiva que popular.

A continuación, “For What It’s Worth”, traería el guiño de nostalgia con “Battle for the Sun” (2009). Sin duda, uno de los grandes momentos de la noche que se vería fortalecida con versiones de “Slave to the Wage” y “Song to Say Goodbye”, sirviendo de aperitivo para “Bitter End’, desatando la algarabía del reciento. Y qué duda cabe, era el primer single potente, radial y de estadio que se escuchaba tras una hora y media de show.

Ya con la gente en el bolsillo, la banda inició el remate con “Taste In Men”, “Fix Yourself” y el cover de Kate Bush, “Running Up That Hill (A Deal With God)”. De esta manera, los británicos repasaron tres décadas de trayectoria, con la calidad y puesta en escena que caracteriza a la banda, sin dejar ningún detalle en el olvido, pero omitiendo el cancionero que los hizo populares. Una sensación agridulce, para una velada donde las intenciones de la banda estuvieron por sobre las aspiraciones de sus fans.

Y cómo era de suponer, más de alguien rompió la premisa de NO GRABAR. 

 

 

 

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