Publicado el 01 de octubre de 1990, selló la flamante incorporación en la guitarra de Janick Gers y la tibia recepción de sus fanáticos.
Por Beto Arán.
Será por que no soy un seguidor desde sus primitivos orígenes que, “No Prayer for the Dying”, calzó como anillo al dedo en mis predilecciones musicales. No tengo el rollo de seguidor “intransigente”, ni tampoco de fanático “obsecuente”. Sólo recibo la música desde el minuto, lugar y hora que fue compuesta, agradeciendo lo que ella me entrega. Después digiero conforme al cometido. Tras desenfundar dicha aclaración, vamos a lo nuestro.
Para Iron Maiden, los 80’ fueron jodidamente buenos. Habiendo cimentado un legado en el altar en el panteón del heavy metal junto a Judas Priest y Metallica, las esperanzas de continuar repitiendo hazañas en los 90’, sonaba como una meta de fácil esfuerzo. Más aun, tras la imborrable huella que dejaba el exitoso, “Seventh Son of a Seventh Son” de 1988. Sin embargo, “No Prayer for the Dying”, lanzado el 1 de octubre de 1990, no alcanzó a despertar la euforia de sus fans ni menos el beneplácito de la crítica especializada.
Quizás, sintiendo que un cambio en la escena musical, Harris y compañía, decidieron revisar drásticamente el clásico sonido de la banda. Las extensas composiciones de 10 y 13 minutos, llenas de ritmos poco convencionales. Y las vocales operísticas de Bruce Dickinson, se reemplazaron por canciones más cortas, respondiendo a un tono mucho más directo.
El cambio de dirección, fue lo suficientemente extremo como para llevar al guitarrista Adrian Smith a dejar el grupo. Su puesto lo ocupó el ex Ian Gillan Band, Janick Gers. Un músico que, recientemente se unió a Dickinson, para el debut en solitario del cantante, “Tattooed Millionaire”. La incorporación del hachero, probablemente hizo que la transición a arreglos más simplificados fuera mucho más fácil.
La apertura con “Tailgunner” junto al sencillo principal “Holy Smoke”, son las pistas más reconocibles de la producción. Sumado a una versión renovada del esfuerzo en solitario de Dickinson “Bring Your Daughter … to the Slaughter”. Originalmente, era un tema muy odiado para la banda sonora de la quinta película de “Nightmare on Elm Street”. Maiden resucitó una canción que fue prohibida en Radio 1, pero alcanzando la cima de las listas de éxitos del Reino Unido.
A pesar de su título, “Public Enema Number One”, podría haberlo hecho como single, junto con el más cercano “Mother Russia”, el último de los cuales se acerca más al sonido de Iron Maiden de la vieja escuela.
Si bien, “No Prayer for the Dying”, no es un mal álbum en sí, quedó relegado al catálogo perdido de Iron Maiden. Tampoco fue un completo fracaso, especialmente a raíz del magistral “Seventh Son of a Seventh Son”, el disco se vendió bastante bien y se ubicó alto en países de todo el mundo. La siguiente gira “No Prayer on the Road” también fue un éxito. Pero, de nuevo, eso puede deberse a la sólida reputación del grupo.
Mirando hacia atrás, el conexo “No Prayer for the Dying”, fue una señal de lo que vendrá para Iron Maiden. Recordemos que, los años 90’, no fueron buenos para la banda. Su sucesor, “Fear of the Dark” de 1992, recibió estúpidamente el repudio de todo el mundo, con tensiones en su punto más alto dentro del equipo. Dickinson y el principal compositor, Steve Harris, no colaboraron en absoluto. Bruce dejaría la banda y el resto es historia conocida.