CINE DE LOS 90’ : EL LADO OSCURO DEL CORAZÓN

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Por Gonzalo Robles Fantini

La primera vez que vi esta película fue el año 1992, en el IX Festival de Cine de Viña del Mar. Cabe recordar que este festival se suspendió en 1970, por el momento político que vivía Chile. Su reedición fue en 1991, una vez alcanzada la democracia, en el llamado “festival del reencuentro”, pues su inicio oficial data de 1967, cuando el mítico cineasta chileno Aldo Francia llevó a cabo el Primer Encuentro Latinoamericano. Pese a su breve duración, la instancia logró prestigio en la región sudamericana, y el 91 significó que muchos directores, guionistas, actores y productores de cine se volvieran a ver, algunos luego del exilio o de difíciles momentos tras las dictaduras latinoamericanas.

En ese contexto presencié el estreno en el país del filme del argentino Eliseo Subiela, ya conocido por la destacada “Hombre mirando al sudeste” (1986), donde retrataba una lúcida visión sobre el mundo de la locura y la psiquiatría. Recuerdo que una vez finalizada la exhibición de “El lado oscuro del corazón” (1992), los espectadores en la función en el Teatro Municipal de la ciudad jardín la aplaudieron a rabiar, les encantó. Al día siguiente compré El Mercurio y leí como el crítico, hoy fallecido, Mariano Silva destruía esta película, partiendo por cuestionar el estilo surrealista que se arrogaba en su puesta en escena.

Con el respeto que se merece el connotado crítico cinematográfico, y desde el juicio en retrospectiva, creo fue muy duro con la producción argentino- canadiense. No definiría “El lado oscuro del corazón” como un filme surrealista, de partida, sino que emplea recursos que quiebran el discurso realista del mise en scene, pero no lo categorizan como una cinta dentro de ese género. Tal vez don Mariano pecó de ser muy purista en su análisis.

La película de Subiela destaca por ser una obra romántica- dramática, con fuerte dosis de nostalgia, y por funcionar sobre la base de textos poéticos- en este caso de Oliverio Girondo, principalmente, y en menor medida de Mario Benedetti y Juan Gelman-, desafío no menor, pues implica hacer un maridaje entre los discursos lírico y cinematográfico, ambos de por sí muy expresivos, y salir airosa en el intento.

Para ello, el director transandino (también autor del guión) escenifica a Oliverio Fernández, un poeta en Buenos Aires que sobrevive gracias a la venta de su creatividad a una agencia publicitaria uruguaya y busca a la mujer que le permita volar. Por cierto, el filme desentraña la actitud del poeta ante la sociedad de fines del siglo XX y lo que el oficio acarrea: Oliverio vive el día a día, con penurias económicas, e intercambia versos por limosna a automovilistas en las luces rojas o escribe poemas de amor para el dueño de un restaurante, que busca conquistar a una chica, a cambio de bifes de chorizo para él y sus amigos.

Claro que Oliverio, luego de asistir a una reunión en la agencia de publicidad en Montevideo, acude a un cabaret y conoce a una prostituta uruguaya, de la cual se enamora perdidamente. En un rol antagonista, el poeta es constantemente acosado por la muerte, encarnada en una mujer siempre vestida de negro (en un guiño a “El séptimo sello”, de Ingmar Bergman), que le insta a dejar su oficio infantil de vate y conseguir un empleo que le brinde un mejor pasar, una vida más adulta.

En esta tensión, además de las aventuras con los amigos bohemios de Oliverio, se desenvuelve el filme, el cual intercala escenas donde el poeta recita versos a sorprendidos dependientes de tiendas o cajeras de bancos, o bien el director hace uso de metáforas visuales que rompen con la narrativa realista. Estos recursos cinematográficos explican que la película haya sido catalogada, a mi juicio erróneamente, de surrealista.

Subiela logra en esta cinta, gracias a elementos de continuidad efectivos como la evocativa banda sonora y a los acertados diálogos, construir personajes sólidos. No sólo el de Oliverio, sino también el de Ana, la prostituta uruguaya, y de la Muerte, desafío no menor considerando la dificultad de encarnar una figura tan abstracta como misteriosa. Asimismo, desarrolla con fluidez narrativa, y dosis de humor, el conflicto del oficio de poeta en la vida moderna y, lo más importante, emociona en la escenificación de la contradicción entre el amor romántico e idealista versus la vida de pareja concreta y madura.

Eliseo Subiela falleció el 2016, dejando una obra, como la película “El lado oscuro del corazón”, digna de revisar y disfrutar en ello. Te invitamos en www.los90.cl a revivir esta inolvidable cinta.

 

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